lunes, 23 de febrero de 2009

ENANO

ENANO -cuento del Uruguayo Gley Eyherabide- "Me llamo Hernán. Soy enano. Estoy acostado en la cama de mi cuarto. El cuarto (en verdad es una bohardilla alquilada a la dueña de casa), es mi casa. Muevo la vista, los ojos, miro a la mesa de luz cuadrada chata, amorronada, oscura, con los diarios encima; miro el cielorraso, con el mismo revoque blanco y las mismas manchas húmedas. Vuelvo a mover mis ojos, la vista, y a ver las cuadradas paredes, con dos ventanas que dan a la calle, a través de las cuales veo el mismo techo gris pizarra de la casa que está frente a la mía (perdón, de la dueña de casa). Pero nada de eso me importa ya. En unos pocos días más, me caso. Tengo con mi novia (la que va a ser mi mujer), amueblada, la nueva casa. Compré muebles 'Provenzal Francés'. No me gustan los americanos modernos. Está en un barrio residencial. si se quiere, y a pocas cuadras del mar. Problemas económicos no vamos a tener. No. Tengo un quiosco de ventas de cigarrillos, revistas, bueno, todo eso; y además llevo quinielas y vendo lotería. No, problemas económicos no vamas a tener. Ya sé lo que están pensando. No. No es eso. Tengo, tenemos buenos amigos. Diría yo muy buenos amigos. Lo que me preocupa (me aterroriza) es otra cosa (cuando 'veo' que vamos a entrar a la capilla y después para toda la vida). Es que mi novia es alta. No muy alta. Pero es alta; casi normal. Y yo soy enano". "Mi nombre es Elena (María Elena). Ahora, es casi de noche y coso. Soy costurera. Durante ocho horas trabajo en una fábrica. Y al volver a casa, trabajo en una cosedora que compré con mis ahorros, unas horas más. No siempre Fue
así. No se puede trabajar todo el día. No hay quien lo pueda soportar. Lo hago ahora por una cosa que vale la pena: me voy a casar. Cualquier trabajo, por más duro que sea (estoy trabajando catorce horas diarias), vale con tal de salir de aquí, de este cuarto donde vivo desde hace once años. Once años en un cuarto, un altillo (con un jarrón y una sola rosa roja). Viendo un día tras otro las mismas tejas de la casa de enfrente, ante mí. Sola, no, por favor...no crean que me case sólo por eso. Y por no ver más a la dueña de casa. No. Me caso porque pienso...Pienso que estoy enamorada de él. Lo quiero. Vamos a tener una casa amueblada. A trabajar como Dios manda. A pasear los sábados por la tarde y los domingos, y vamos...no...a tener hijos, no sé...Pero eso no importa. Ya se verá. Lo que me preocupa (me aterrea a ratos: cuando 'veo' la entrada en la Capilla, él alto de traje negro y yo pequeñita, de vestido blanco y todos los años por venir después); es que él es alto. Alto: normal. Y yo, yo soy enana."

No hay comentarios: